CARLOS SALAS
LUCÍA NÚÑEZ BARRANCO
Diario El Mundo, 14 de Abril de 2021. 90 aniversario de la II República
El líder socialista realizó unas incendiarias declaraciones al periodista estadounidense Edward Knoblaugh poco antes de la Guerra Civil. Desvelamos el documento original en el 90 aniversario de la proclamación de la II República
El 21 de febrero de 1936, Edward Knoblaugh, corresponsal de la agencia de noticias Associated Press (AP) en España, publicó unas incendiarias declaraciones de Francisco Largo Caballero, presidente del PSOE y secretario general de UGT: «Habrá soviet en España cuando caiga Azaña». Y, en un largo artículo, el periodista añadía: «Largo Caballero asaltará el poder cuando esté dispuesto... Antes de cinco años España será soviética».
Cinco meses después, el 18 de julio, estalló la Guerra Civil.
Durante las últimas décadas, los historiadores han polemizado sobre esas declaraciones de Largo Caballero, que sólo se conocían parcialmente. Hoy, coincidiendo con el 90 aniversario del comienzo de la Segunda República, EL MUNDO ha accedido al documento íntegro esa entrevista, que fue publicada en La Prensa, un diario neoyorquino escrito en español, y es clave para entender aquel periodo histórico.
Las declaraciones de Largo Caballero aparecieron en portada del periódico y continuaban en la segunda página. Esto es lo que Knoblaugh escribió:
«Los líderes socialistas declararon que la victoria del [Frente Popular] en los comicios y la subsecuente formación de un gobierno de izquierda son sólo un escalón hacia el establecimiento de un soviet español. Declararon que tenían la esperanza de poder dar cima al plan de 'una unión de repúblicas soviéticas ibéricas' antes de cinco años. [...] Un elevado personaje del partido socialista informó privadamente a AP de que en ese plazo 'sería derribada la presente democracia y quedaría ya perfectamente establecida la Unión de Repúblicas Soviéticas de la Península Ibérica, abarcando toda España y posiblemente Portugal también' [...]
Lenin predijo que España sería el segundo estado soviético de Europa.
Luego, el periodista añadía más declaraciones del «elevado» personaje: «Lenin predijo que España sería el segundo estado soviético de Europa. Y su predicción se ha aproximado enormemente a verse realizada con la victoria electoral izquierdista del domingo. La revolución de España es idéntica a la de Rusia. Nosotros colaboramos con los primeros gobiernos de Azaña porque el comité revolucionario se comprometió a ello. Pero ya no entraremos en más alianzas o compromisos con gobiernos burgueses en el futuro».
Y concluía: «Largo Caballero y Azaña son contrafiguras de Lenin y Kerensky. Largo Caballero está convencido ya absolutamente de que la presente forma de la democracia española se derrumbará bajo el peso de su propia organización capitalista. Y Largo Caballero, como Lenin, espera solo la caída del Kerensky español. Cuando el momento sea oportuno, Largo Caballero y el partido socialista están preparados para ocupar el poder, por la fuerza si fuera necesario».
¿Cómo saber que todas esas declaraciones atribuidas a un «elevado» socialista correspondían en realidad a palabras del propio de Largo Caballero? Dos años después, a finales de 1937, Knoblaugh desvelaba el misterio en un libro de memorias de sus vivencias durante la Segunda República y la Guerra Civil: Correspondent in Spain, de la editorial Sheed & Ward (o la reciente versión española ¡Última hora: guerra en España!, en Ediciones Áltera).
En el libro, Knoblaugh reveló que la fuente de esas declaraciones era Largo Caballero. Más aún: añadió cosas más radicales que le dijo el líder socialista: «¡Detrás de estas rejas tiene usted al futuro amo de España! Lenin ha declarado que España sería la Segunda República Soviética de Europa y su profecía será una realidad. Yo seré el segundo Lenin que lo hará realidad».
El origen de todas estas declaraciones fue un encuentro que Knoblaugh había mantenido con Largo Caballero meses antes, en 1935, cuando el líder socialista estaba preso por organizar y participar en la revolución y golpe de estado contra el gobierno de la Segunda República. Pero Knoblaugh no publicó entonces las declaraciones, seguramente porque Largo Caballero estaba siendo juzgado en esos momentos.
En febrero de 1936 las cosas habían cambiado: Largo Caballero ya había salido de la cárcel sin cargos, se había presentado a las elecciones y las había ganado junto con otros partidos de la izquierda. Había un enorme ambiente de euforia revolucionaria por la victoria de la agrupación de izquierdas en el Frente Popular.
Knoblaugh decidió entonces publicar las confidencias de Largo Caballero. Eso sí, el periodista tomó sus precauciones, ya que temía que el líder socialista se desdijera debido al impacto que podrían tener en la opinión pública. «Antes de enviarlo, sometí el cable que contenía la información a su propio visto bueno», cuenta el corresponsal en sus memorias.
Para que proteger a su fuente y no se pensara que esa persona era Largo Caballero, Knoblaugh metió un último párrafo de esta forma: «Largo Caballero negó frecuentemente, hablando en los mítines en que ocupaban la plataforma con otros candidatos de izquierda, que una victoria de estas significaría la revolución».
Es difícil pensar que el corresponsal de la agencia de noticias más importante de mundo se inventara unas declaraciones. Associated Press tenía más de 50 personas trabajando en todos puntos de España. El más destacado corresponsal era Knoblaugh, quien tenía relación muy estrecha con todos los políticos españoles de la Segunda República y de todas las ideologías. Hay fotos de entrevistas de Knoblaugh con Gil Robles (conservador) y con Julián Besteiro (socialista). Si no transcribía la verdad, Knoblaugh se arriesgaba a perder sus fuentes.
Este periódico ha mostrado la entrevista original a dos historiadores especializados en aquella época: Pío Moa y Paul Preston.
Moa ve la 'relevancia histórica' del documento mientras que Preston duda del periodista.
Según Moa, «el documento tiene relevancia histórica» y confirma la postura radical del dirigente del PSOE. «Largo se hartó de decir que buscaba la sovietización de España, por lo que esa entrevista añade un testimonio más», afirma.
De hecho, las declaraciones coinciden con lo que Moa ha expuesto en sus libros sobre la Segunda República y la Guerra Civil: que el Partido Socialista era radical, revolucionario y prosoviético. Por ejemplo, Moa recuerda que en la escuela de verano de 1933, Largo Caballero dijo que en ese momento se sentía «más rojo que cuando había entrado en el Gobierno». Reivindicó la dictadura del proletariado, así como usar medios legales como ilegales para alcanzarla: «Las circunstancias nos van conduciendo a una situación muy parecida a la que se encontraron los bolcheviques», afirmó.
En cambio Paul Preston, afirma que el corresponsal fue muy deshonesto por publicar la entrevista meses después de haberla realizado. «Knoblaugh era de derechas y siempre le interesaba la noticia sensacional más que la verdad exacta», afirma. «O sea, como mínimo, era bastante frívolo, por no decir descaradamente deshonesto».
Además, Preston pone en duda que Largo Caballero hablara de soviets: «Largo Caballero, de cuya inteligencia política no tengo una opinión muy positiva, estaba convencido erróneamente de que se podría hacer una revolución socialista en 1936, pero tenía un rechazo a todo lo soviético». También cita a Julio Arostegui, quizá el principal biógrafo de Largo Caballero, quien puso en duda también que alguna vez el líder socialista se definiese como el «Lenin español» o fuera prosoviético.
El británico añade que algunos corresponsales no tenían buena opinión de su compañero de AP. Se refiere sobre todo a Jay Allen, corresponsal del Chicago Daily Tribune, quien dijo que la versión de Knoblaugh era «abiertamente falsa». Pero Allen se refería al libro donde aparecían las declaraciones de Largo Caballero, no a la entrevista publicada en La Prensa. «Apenas sabía leer y escribir», dijo Allen, citado por Paul Preston en su libro Idealistas bajo las balas (2007).
El desprecio entre ambos periodistas era mutuo. Según recuerda Preston en ese mismo libro, Knoblaugh dijo de su rival: «No es precisamente un secreto entre los corresponsales extranjeros en España que el señor Allen, enfervorizado socialista, hizo allí una considerable campaña (algunas almas poco caritativas la calificarían de 'agitación') a favor de la causa revolucionaria de la izquierda mucho antes de la guerra».
Un tercer historiador da su punto de vista sobre la actuación de los periodistas en aquel periodo difícil: «Casi todos los corresponsales que cubrían la información desde un bando u otro se alinearon casi siempre con su bando. Fue aún más en el bando republicano», afirma el profesor Daniel Arasa, autor de un libro sobre la cobertura de la Batalla del Ebro, De Hemingway a Barzini: corresponsales extranjeros en la Guerra Civil.
En los días en que se publicó la polémica entrevista con Largo Caballero, España vivía un periodo pre-revolucionario. La victoria de las izquierdas condujo a una ola de quema de iglesias, tiroteos, muertos, motines en las cárceles, y desórdenes graves en todo el país, que es lo que cuenta Knoblaugh en la crónica de ese día. En algunas ciudades se decretó el estado de guerra. El presidente de gobierno, Manuel Portela, dimitió al verse incapaz de contener los desórdenes. Le sustituyó inmediatamente Manuel Azaña (Izquierda Republicana).
Knoblaugh no dice en sus memorias cuando publicó exactamente la entrevista
En esas circunstancias, Knoblaugh se acercó a Largo Caballero para que confirmase las duras declaraciones hechas meses antes en la cárcel (se supone que eran off the record). Lo más lógico era que quisiera actualizarlas con el reciente nombramiento de Azaña como presidente para luego enviar el cable a toda la red mundial de la agencia.
Knoblaugh había nacido en 1904 en Peoria, Illinois. Se educó el colegios católicos y aprendió español. Se graduó en la universidad en Humanidades y empezó a trabajar en el Peoria Journal-Transcript y en el Peoria Star en los años 20. En 1929 entró en Associated Press. Fue enviado a España por la agencia en febrero de 1933, después de dos años en la oficina de La Habana.
Cuando estalló la Guerra Civil, Knoblaugh cubrió el conflicto desde el lado republicano en Madrid, Barcelona y Valencia haciendo crónicas que tenían que someterse a la censura diariamente. En 1937, un amigo en la Gobernación le dijo que su presencia se consideraba comprometedora y que podría sufrir «un accidente». En 1937 una bala entró por la ventana de su despacho.
Para Knoblaugh fue un aviso. Abandonó España a mediados de 1937. Falleció en 1973 en Peoria, su ciudad natal.
Dar con el original de la entrevista ha supuesto cinco años de investigación. Los archivos de AP no alcanzan hasta esas fechas tan antiguas. La Prensa, que se fundó en 1913, se fusionó en los años 60 con otro periódico. Existen copias microfilmadas del periódico en los archivos de la Universidad de Hunter, que forma parte del sistema público de universidades de Nueva York (CUNY). Pero ningún investigador de esos archivos logró dar con la entrevista.
Al final, el documento apareció una larga colección de ejemplares de La Prensa en el sitio menos imaginado: la Hemeroteca Municipal de Madrid. Se trata de la biblioteca digital Memoria de Madrid, que posee una colección fotográfica en PDF que abarca desde 1928 a 1939 y que es de acceso público desde 2014. En los años 30 había una suscripción de la hemeroteca madrileña a ese medio neoyorquino, los ejemplares llegaban «a las pocas semanas de su publicación». Basta con poner en Google «memoria de Madrid la prensa» para dar con toda la colección.
Al principio, esta investigación se centró en los años 1934 y 1935. De hecho, cuando el historiador Stanley Payne conoció la investigación de este periódico, dijo que la entrevista tuvo que haberse publicado a finales de 1935. Pero en realidad Knoblaugh no dice en sus memorias en qué momento exacto publicó la entrevista.
Así que cuando la búsqueda se amplió hasta 1936 se pudo encontrar el ejemplar: 21de febrero de 1936. Y, a cuatro columnas, apareció el ansiado titular: «Habrá soviet en España cuando caiga Azaña».
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