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Reproducción de entrada del 2 de Octubre de 2017
La patria es una idea paranoica –dicen que funciona en referencia a una amenaza externa– y la paranoia siempre vende bien. Es fácil entusiasmarse con la patria.
Es fácil imaginarnos distintos de los otros; es fácil imaginarnos mejores que los otros.
Es fácil suponer que todos los males vienen de los que están más lejos, los que no son nuestros parientes, nuestros vecinos, los que no son los nuestros.
El mayor efecto de la patria es aplastar las diferencias, los matices: hace que cualquier consideración desaparezca ante la fuerza de esa banda de –supuestos– iguales.
Frente al aumento de la desigualdad en la sociedad catalana –como en el resto de la sociedad española– en los últimos años ha sido fácil para muchos catalanes es decir “Espanya ens roba” (España nos roba). Es lo mismo que hicieron los británicos que votaron el brexit, los estadounidenses que votaron a Trump.
Así que la gran derecha catalana (PDeCat), extrañamente aliada con la izquierda republicana (Esquerra Republicana) y con los “anti-sistema” (CUPS, CSQP...) , con mayoría de escaños, aunque no de votos, en el Parlament autonómico, convocaron un referéndum para que los catalanes votasen si quieren o no la independencia.
El Tribunal Constitucional Español declaró ilegal ese referéndum porque la soberanía del pueblo español reside en todos los españoles y son TODOS éstos los que, en todo caso, deberían pronunciarse, no solamente una pequeña parte de los españoles, como pretendían los miembros del Parlament. O ¿es que los catalanes no son españoles?.
Yo conozco a muchos ...pero el Parlament secesionista se ha arrogado la determinación de quien es catalán y de quien no. Lo anunciaron para el domingo 1 de octubre y la ley que lo prevé , ilegal según el Tribunal Constitucional Español, dice que si gana el sí –por mayoría simple de votos, sin mínimo de participación–, el Parlament debe declarar, en menos de 48 horas, la independencia.
En esta situación, y como cualquier persona mínimamente formada cívicamente sabe, el uso de la fuerza es legítimo para evitar violentar el Estado de Derecho. El Estado de Derecho no es inmutable, pero los métodos de cambio del mismo no son revolucionarios sino tasados y acordados. Los conflictos se resuelven de dos modos, mediante el Derecho, que es el modo civilizado, o mediante enfrentamiento revolucionario.
Creo que muchos catalanes no se imaginaban la imposibilidad de retorno a un pasado que nunca existió pero cuyo imaginario ha sido creado por el sistema educativo durante varias décadas y que han hecho crear un imaginario de territorio sometido por los Borbones. Nunca han pensado que la independencia los obligará a crear un gran aparato de Estado, a salir de la Comunidad Europea, a perder por un tiempo su mercado principal –España–, a disminuir el nivel de vida. Y que el Barça tendrá que jugar un campeonato de segunda...
Algunos creen que hace unos meses no habría sido difícil contener el impulso secesionista o, por lo menos, encauzarlo. Estos, en mi opinión “ingenuos”, creen que el gobierno central tendría que haber permitido organizar un reférendum legal, consensuado, que aceptara que para plantear su secesión la población de una región necesita dos tercios o tres cuartos de los votos, con un mínimo de participación. Pensar que el Estado tiene que aceptar “per cullons” lo que unas personas pretenden para secuestrar la soberanía de todos los españoles es ciertamente de ingenuos.
Las encuestas decían que tres de cada cuatro querían votar y decidir. Votar y votar por la independencia son dos cosas radicalmente distintas. Los catalanes han votado mucho, y pueden volver a hacerlo. Es más, el Estado de Derecho podría, debería, imponer unas nuevas elecciones autonómicas. En un legitimo uso de la fuerza se incautaron millones de papeletas de votación y carteles, y se mandaron fuerzas de intervención policial para hacer cumplir la Ley.
La imagen de la Guardia Civil española impidiendo votar un referéndum secesionista a los ciudadanos de Cataluña es de esas que pueden durar décadas y que sin duda serán incorporadas al imaginario secesionista como demostración de que el pueblo catalán es un pueblo “oprimido”, olvidando el uso del calificativo “secesionista” para decir que el pueblo catalán secesionista es un pueblo “oprimido”.
A unos les parecerá ominoso, a otros, - que compartimos la soberanía nacional con los secesionistas aunque ellos no quieran-, nos parece de agradecer. Un no experto en asuntos jurídicos recurriría a la justificación de que según la ley el fallido referéndum es inconstitucional y recurriría al “espíritu” de la Ley, pero el texto de la ley no siempre traduce su “espíritu”, y los juristas saben que los espíritus no existen.
Nadie ha dicho que un pueblo no tiene derecho a expresarse en las urnas. Pero lo que se exprese en las urnas tiene que ser acorde con la legalidad del Estado de Derecho a que pertenece dicho pueblo. El referéndum es ilegal; con el uso legítimo de la fuerza, el Estado central está defendiendo el Estado de Derecho. El viernes el Presidente del Gobierno de todos los españoles, Mariano Rajoy, anunció que la intervención policial y judicial había logrado desarmar el referéndum.
La votación ha sido remplazada por los intentos de votar: el domingo esos intentos se convirtieron en un “happening” en marchas, acampadas, ocupaciones varias perfectamente orquestadas, y en un intento por los mas exaltados, - acabando con el seny catalán-, de imponerse al Estado mediante el uso de la violencia y agresiones a quienes cumplían con su obligación, apoyados por unos Mossos preocupados en exceso por servir a la mano que les da de comer, en lugar de garantizar un servicio público.
Y nadie descarta que los próximos días el presidente de una parte de los catalanes, Puigdemont, pueda declarar la independencia de una región de España llamada Cataluña y que España tenga que intervenir suspendiendo la Autonomía para convocar elecciones autonómicas.De momento el día 2 Puigdemont no ha declarado nada. Quizás está a la espera de ver si tiene algún respaldo de la Unión Europea, a quien pretende también “embarullar”. Hay que ver que pesados son los secesionistas con el “prucès”…..